P. José Antonio Navarro
En
rigor de verdad, aquellas figuras esquineras del compadrito, no eran
en realidad el tango de pareja enlazada. Eran simplemente, la
creación de un bailarín que está inventando, que está imaginando
algo inexistente. Algo que será imitado por la pareja de
hombres que bailan en las esquinas y luego, por la definitiva pareja
que el tango exige: la
del hombre y la mujer.
Paradójicamente,
es una pareja de varones la primera que baila el tango en alguna
esquina de la ciudad. Sin embargo, no podría atribuirse a este acto
el más mínimo contenido homosexual. Se trata simplemente de una
demostración de habilidad, de lucimiento. Además, después que el
tango conquista a la mujer para la danza, ella no será el
ingrediente fundamental. El objetivo final es la ostentación,
el saber bailar sin preconceptos, sin intenciones ocultas. Cabe
destacar que el homosexualismo, no hubiera podido sobrevivir en ese
ambiente de crudo machismo.
Pero
aún cuando la mujer acepta incorporarse a la danza, las primeras
bailarinas serán chinas cuarteleras y pupilas de los
prostíbulos. Resulta importante señalar en este sentido que al
narcisismo del compadrito, ni siquiera le importará que su ocasional
pareja de baile sea atractiva, sino que lo acompañe en la
demostración con acierto e inteligencia.
De
la pareja esquinera de varones danzantes, cuya demostración era
frecuentemente interrumpida por la llegada de la policía, el tango
pasa a escucharse en los lugares más disímiles en lo que se refiere
a moralidad y concurrencia: las romerías españolas, los cuartos de
chinas, las carpas, los bailetines y los pirigundines, hasta alcanzar
los salones, el patio del conventillo, el cabaret y la casa de
familia, en una conquista avasallante.
El
tango en el prostíbulo. El lugar habitual del tango ligado
desde su origen a la danza y a su desarrollo musical, fué el
burdel. En sus patios, en las amplias antesalas y como
complemento de la actividad principal de la casa, las pupilas tenían
por costumbre bailar con la clientela.
La
reunión, que se iniciaba al anochecer y continuaba hasta la
madrugada, era amenizada por músicos que tocaban de oído algunos
temas populares. Formaban dúos o tríos compuestos, en un
comienzo, por guitarra, flauta y violín. Con el tiempo,
ingresaron organitos a algunos burdeles suburbanos y, los de mayor
categoría, incorporaron el piano. A su vez, los más modestos,
apelaron a las pianolas que no necesitaban ejecutante.
Y
fué esa mixtura de baile y lenocinio la que impuso la creación
poética y musical de temas prostibularios: "el fierrazo",
"colgate del aeroplano", "Va celina en la punta",
"dos sin sacar", "dejala morir adentro",
"sacudime la persiana", "qué polvo con tanto viento",
tema éste último del cual, el pibe Ernesto, tomó la primera parte
para escribir el tango "Don Juan".
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