El Tango como Terapia

Desde hace algunos años se han puesto de moda las terapias alternativas. Esta expresión abarca toda clase de procedimientos y ejercicios, no sólo para curar enfermedades, sino para ayudar a mantener la salud a aquellos que a causa de la lucha por la existencia están desanimados, cansados de vivir con tantas exigencias y tan pocas gratificaciones.

En realidad no hay nada nuevo en esta búsqueda de terapias. Therapéio significaba para los griegos cuidar, asistir. Ese pueblo lleno de sabiduría había comprendido la importancia de ayudarnos mutuamente a sentirnos bien, o al menos a soportar mejor nuestras penas y dificultades.



El gran Aristóteles prescribía varias terapias para aliviar el sufrimiento existencial, que comenzaban por el precepto obvio de conseguir aquello cuya falta nos hace sufrir. A continuación, con más realismo, proponía
otros medios: Ante todo, el llanto, que continúa siendo un recurso tan digno como universal. Después indicaba los ejercicios, baños y masajes, que al reconfortar el cuerpo alivian también al alma; y por último, pero no porque fuera menos importante, aconsejaba buscar el consuelo de los amigos.

El tango, con su variedad de formas y posibilidades, se nos presenta como una terapia que abarca todo lo propuesto por Aristóteles: Como obra de arte plena de belleza, nos enriquece y nos provee de un alimento espiritual que muchas veces es el que más falta nos está haciendo.
Resulta propicio también para facilitarnos el llanto, el desahogo necesario de nuestras penas, que solemos reprimir tanto voluntaria como involuntariamente, pero que fluye sin falsos pudores cuando nos emociona la música de Piazzolla o la voz de Gardel.

Si consideramos la terapia física, hoy vuelve a estar de moda bailar el tango, y abundan los lugares para aprenderlo y practicarlo, disfrutando además de su estimulante toque de erotismo.

Finalmente, está el consuelo de los amigos. Reunirnos fraternalmente para pasar un rato juntos escuchando las melodías y comentando las letras que cada uno puede referir a su propia vida, nos cura el alma con la terapia maravillosa del afecto y de la comprensión mutua.

Busquemos entonces algunos tangos en la radio, pongamos el equipo para bailar unos pasos con la novia o la patrona, vayamos al boliche o al club a estar un rato con los amigos, confortados por la música de Troilo, o ensillemos un mate en soledad, mientras escuchamos reflexivamente lo que Discepolo tiene que decirnos, y el tango nos proporcionará la terapia que necesitamos para tranquilizarnos y alegrarnos el alma.


Nota adicional:
Si te interesa, puedes apuntarte a las sesiones de Tango como Terapia que imparto los miércoles en Barcelona.

Más información aquí.

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Hace más de 30 años que me dedico profesionalmente a la docencia del tango, especializándome en la Milonga lisa y con traspié. He desarrolla...